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CONSECUENCIAS DEL DCA (1)

DCA: CONSECUENCIAS

DCA (Daño Cerebral Adquirido), se constituye como una discapacidad sufrida por un representativo porcentaje de la población nacional. Según la Federación Española de daño cerebral (FEDACE), en España, más de 420.000 personas viven con DCA.

Vamos a hablaros, en el artículo que nos ocupa, de algunas de las consecuencias del DCA, en concreto de las referenteas al déficit motor, alteraciones del tono, alteraciones de la sensibilidad y alteraciones de la coordinación y el equilibrio.

 

Déficit motor por DCA

 

La debilidad o pérdida de fuerza en un brazo, pierna o la mitad de la cara son síntomas frecuentes en un paciente que presenta un ictus.

Puede presentarse aisladamente en una sola extremidad, pero es más común que afecte a la totalidad de la mitad del cuerpo. Se denomina plejia o parálisis si el paciente es incapaz de realizar movimientos con la extremidad afectada, y paresia, si es capaz de realizar algún movimiento, aunque con menos fuerza que el lado sano.

Si la enfermedad provoca debilidad en toda la mitad del cuerpo, se denomina hemiplejía/hemiparesia. Si el daño provoca pérdida de fuerza en las cuatro extremidades hablamos de tetraplejia/tetraparesia.

Es habitual que los síntomas se padezcan con diferente intensidad en el brazo o en la pierna. Si el paciente siente más debilidad en el brazo que en la pierna diremos que la plejia o la paresia es de predominio braquial; por el contrario, si la fuerza está más afectada en la pierna, hablaremos de predominio crural.

La movilidad del organismo requiere un adecuado funcionamiento de diversas estructuras del sistema nervioso. Si deseamos mover una extremidad, la orden se inicia en la corteza cerebral y por medio de una vía denominada piramidal recorre en profundidad el cerebro a través de la cápsula interna, el tronco cerebral y la médula espinal. Desde aquí y a través de los nervios, la orden llega a los músculos de las extremidades. Para que, además de producirse el movimiento, éste sea adecuado, se precisa de la participación de otras dos estructuras del sistema nervioso, que son los ganglios basales y el cerebelo.

Todos los millones de fibras nerviosas que constituyen la vía piramidal se ordenan de acuerdo con la parte del cuerpo que van a movilizar. En la corteza cerebral se encuentran las neuronas motoras, de las que parten las fibras nerviosas de la vía piramidal. Estas neuronas se localizan en una zona media de los hemisferios cerebrales, justamente por delante de un gran pliegue del cerebro que se denomina cisura de Rolando. Esta región de la corteza cerebral se denomina corteza motora. Aquí las neuronas se ordenan de forma que las que van a llevar la movilidad en la cara ocupan la parte más inferior, seguidas hacia arriba por las neuronas que llevarán la movilidad a la mano, al brazo, al cuerpo y a la pierna.

Las diferentes arterias que llevan la sangre al cerebro irrigan diferentes partes de éste, y pueden afectar solamente a neuronas que llevan la movilidad a la cara, al brazo o a la pierna. Ello explica las diferencias en la distribución de la debilidad o de la parálisis que presentan los pacientes que han padecido un infarto o una hemorragia cerebral.

Aparte de la debilidad que se ocasiona cuando se lesionan las neuronas y las fibras que llevan la movilidad, aparecen otras manifestaciones, que en conjunto reciben el nombre de síndrome piramidal. La parálisis que presentan estos enfermos afecta a todos los movimientos voluntarios, es decir, a todos los movimientos que se realizan con nuestro consentimiento, como: andar, mover un brazo, coger un objeto, abrir o cerrar la boca y los ojos, etc. Sin embargo, no se produce parálisis de los movimientos que se hacen sin nuestro consentimiento, como: la contracción del corazón, la respiración o los movimientos intestinales.

Si el infarto o la hemorragia cerebral, además de la vía piramidal, afecta a otras estructuras del sistema nervioso central, como los núcleos de la base o el cerebelo, pueden aparecer otras alteraciones motoras, como pérdida de la coordinación o el equilibrio.

Alteraciones del tono por DCA

 

Según Bobath, el tono postural normal es aquel que es lo suficientemente alto para contrarrestar la fuerza de la gravedad, y al mismo tiempo lo suficientemente bajo para permitir un movimiento.

En las consecuencias del DCA, dentro de las alteraciones del tono, podemos diferenciar entre pacientes con un tono muscular disminuido y pacientes que presentan un tono aumentado.

El tono disminuido o hipotonía conlleva una debilidad muscular que suele afectar a los músculos del tronco y de las extremidades, apareciendo en ocasiones una hipotonía generalizada. Esto dificultará o impedirá cualquier tipo de movimiento voluntario por sencillo que sea.

El tono aumentado o hipertonía dificulta o impide al paciente realizar movimientos analíticos, es decir, los movimientos serán bruscos e incontrolables. En ocasiones el aumento del tono puede ser tan desmesurado que impida la movilización pasiva de las articulaciones o la colocación del paciente en determinadas posturas.

La espasticidad es uno de los problemas más frecuentes tras un ictus (19-38% de los pacientes). Se desarrolla de manera gradual, manifestándose generalmente en los primeros meses. Aunque no siempre causa molestias, puede interferir con la rehabilitación y las actividades de la vida diaria (comer, vestirse, asearse) y ocasionar otras complicaciones, como dolor y contracturas. Hasta un 17% de los pacientes que han sufrido un ictus presentan espasticidad al año del episodio, y un 4% presenta una espasticidad discapacitante.

No deben tratarse todos los casos de espasticidad; una espasticidad ligera puede que no requiera tratamiento e incluso ayude al paciente, mientras que los casos más graves a menudo no responden al mismo.

El tratamiento va encaminado a disminuir el grado de espasticidad y a prevenir las complicaciones que puedan aparecer. Existen diversas opciones de tratamiento:

  • Evitar o corregir factores que aumenten el grado de espasticidad. Por ejemplo: el frío, la ansiedad, las infecciones, los puntos de presión, el dolor, el estreñimiento, etc.
  • Ejercicios específicos, movilizaciones y algunos tipos de corrientes, que se aplican en el gimnasio de fisioterapia.
  • Aparatos ortopédicos (férulas y ortesis) que se colocan para corregir laposición del miembro.
  • Medicamentos que se administran por vía oral como el Lioresal © (baclofeno) o el Sirdalud © (tizanidina).
  • Inyección de fármacos en los músculos espásticos (Toxina Botulínica).
  • Colocación de una Bomba de Baclofeno. Se trata de un depósito pequeño (reservorio) que se coloca bajo la piel del abdomen, conectado a un tubo (catéter) que se mete dentro de la columna, en el espacio subaracnoideo. El reservorio contiene un medicamento antiespástico (baclofeno) y manda la dosis que indique el médico hacia el líquido que hay en el espacio subaracnoideo.

Alteraciones de la sensibilidad por DCA

 

La sensibilidad al tacto, al dolor, a la temperatura y a la presión es recogida en la piel por una serie de minúsculos receptores, que a través de los nervios sensitivos llegan a la médula espinal. Allí se cruzan de lado y ascienden hasta llegar a una estructura cerebral denominada tálamo. En este punto se integran diferentes vías nerviosas, y desde allí salen conexiones nerviosas a la corteza cerebral, fundamentalmente para el lóbulo parietal, para que finalmente seamos conscientes de la sensación y podamos identificar el estímulo. Es muy frecuente que en los ictus se lesionen las vías de la sensibilidad y se produzca una pérdida de sensibilidad en la parte contraria del cuerpo. Ésta se traduce en una sensación de acorchamiento o, en ocasiones, en «sensaciones raras», como «hormigueo», sensación exagerada y desagradable ante cualquier roce, o incluso sensación dolorosa sin nada que lo justifique, que pueden afectar a la cara, a la cara y el brazo, o a toda la mitad del cuerpo.

Cuando hay afectación importante de esta sensibilidad posicional es frecuente que el paciente intente levantarse de la silla sin colocar el pie correctamente apoyado y colocado, con el consecuente peligro de caerse. El cuidador debe recordar al paciente la necesidad de valorar la postura del pie y de la pierna antes de levantarse y durante la marcha.

Alteraciones de la coordinación y el equilibrio por DCA

 

Si el infarto o la hemorragia cerebral, además de la vía piramidal, afecta a otras estructuras del sistema nervioso central, como los núcleos de la base o el cerebelo, pueden aparecer otras alteraciones motoras.

Cuando la lesión afecta al cerebelo, se produce el denominado síndrome cerebeloso, caracterizado por una alteración del equilibrio y de la coordinación de los movimientos voluntarios. En ocasiones, se asocia también a una disminución de la fuerza muscular.

Las alteraciones del equilibrio condicionan que el individuo no pueda permanecer de pie, pierde el equilibrio continuamente ya sea parado o durante la marcha. Para evitarlo aumenta su base de sustentación abriendo las piernas y cuando camina la trayectoria es oscilante, semejando a la marcha de un “borracho” (marcha atáxica).

Cuando existe alteración de la coordinación se produce una alteración de los movimientos voluntarios, apareciendo una dismetría; no calculan bien la distancia que los separa de los objetos y así, al intentar coger un objeto lo sobrepasan o no llegan a éste.